jueves, 14 de junio de 2012

Hooper


Exposición Hooper
Lugar: Museo Thyssen-Bornemisza Paseo del Prado, 8 28014 Madrid
Fechas: Del 12 de junio al 16 de septiembre de 2012

Autoretrato
La exposición Hopper será fruto de un proyecto de colaboración del Museo Thyssen-Bornemisza y la Réunion des Musées Nationaux de France; dos instituciones particularmente representativas pues, por un lado, París y las obras del comienzo del siglo XX son referencias fundamentales para Edward Hopper en sus primeros años y, por otro, el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid alberga la colección más importante de su obra fuera de los Estados Unidos. A pesar de su gran popularidad y aparente facilidad, las obras de Hopper son uno de los fenómenos más complejos del arte del siglo XX, así lo consideran los dos comisarios de la muestra, Tomàs Llorens (Director honorario del Museo Thyssen-Bornemisza) y Difier Ottinger (Director adjunto del MNAM/Centre Pompidou). Para mostrarlo, la exposición estará organizada en dos partes: una primera mitad que recorrerá la formación del artista, aproximadamente de 1900 a 1924 y representada por un gran cantidad de bocetos, pinturas, dibujos, ilustraciones, grabados y acuarelas que dialogan puntualmente con obras de artistas como Winslow Homer, Robert Henri, John Sloan, Edgar Degas o Walter Sickert; y una segunda parte, a partir de 1925, que presentará su producción madura y que buscará ilustrar su carrera de la forma más completa y amplia posible. Para ello, esta sección combinará grupos temáticos -los motivos y temas más recurrentes en su trabajo- con una narrativa organizada cronológicamente.

Casa junto a la vía del tren
Organizada por el Museo Thyssen-Bornemisza, que alberga la colección más importante de su obra fuera de Estados Unidos, y por la Réunion des musées nationaux de Francia, esta exposición, que se presenta primero en Madrid y más tarde en París, permite al público disfrutar de cuadros que sólo se han expuesto en contadas ocasiones en Europa.

La muestra en Madrid presenta una selección de 73 obras y analiza la evolución de Hopper en dos grandes capítulos. El primero de ellos arranca con su paso por el estudio de Robert Henri en la New York School of Art y recorre el periodo de formación del artista, con óleos, dibujos, grabados y acuarelas que, de 1902 a 1924 aproximadamente, ya empiezan a reflejar su estilo propio. Se exponen así mismo algunas piezas de otros artistas que influyen en su obra, como el propio Henri, George Bellows, Félix Valloton, Walter Sickert, Albert Marquet o Edgar Degas.
La segunda parte se centra en la producción de su etapa de madurez y repasa su trayectoria artística de manera temática, destacando los motivos y asuntos más recurrentes de su trabajo, aunque siguiendo un hilo cronológico.
Conference at night 1949
La última sala de la exposición se ha convertido en un set de cine donde el cineasta estadounidense Ed Lachman ha recreado Sol matinal (1952). Lachman reproduce en tres dimensiones la escena del cuadro, desvelando la utilización de ciertos recursos cinematográficos en las obras de pintor.

También indaga en la capacidad de sus imágenes de conectar con los pensamientos y emociones del espectador para establecer una narrativa visual muy cercana al cine. El prestigioso director de fotografía muestra a través de esta instalación un apasionante diálogo de influencias de Hopper en el cine y del cine en Hopper.

Dos en el patio de butacas
"Es el pintor norteamericano más grande del siglo XX". Tomás Llorens, comisario junto a Didier Ottinger de la exposición que el museo Thyssen dedica a Edward Hopper (1882-1967), no duda en colocar al solitario genio del pintor por encima de Warhol, Pollock, Rothko o Rauschemberg. Al contrario que ellos, Hopper fue un lobo estepario anclado en la figuración "una gran roca solitaria y desnuda en el desierto que no se adscribió a ningún movimiento". Circunstancia que para Llorens engrandece la aventura estética de este gran cronista de la soledad y la incomunicación de un siglo convulso. Como el Hitchcock de 'La ventana Indiscreta', sigiloso e invisible, Hopper nos introduce en interiores urbanos para contarnos cómo somos y calibrar nuestra desolación, aislamiento y estado de ánimo. Lo hace con los mismos recursos que los cineastas que se apropiaron sin cuento de su iconografía para hacerla universal.
Sol de la mañana 1952
Con más de setenta obras, la muestra del Thyssen es la más importante organizada nunca en la Europa continental en torno a Hopper. Es una exposición para la historia, difícilmente repetible, que quiere reformular las raíces de este gigante de la pintura que se ganó su hueco en la historia con apenas dos centenares de óleos, una veintena de grabados y un puñado de acuarelas.
El Matha Mcken de Wellfleet, 1944

Un obra tan poderosa como escasa, producida a un ritmo exasperante, no más de un cuadro al año en la última etapa de su vida, lo que hace de sus piezas apreciadísimos tesoros que coleccionistas y museos son más que remisos a prestar. "Para cualquier museo estadounidense un Hopper equivale a 'las Meninas' para el Prado, de modo que el préstamo se hace muy difícil" dice Llorens. EsEl Matha Me celo explica la ausencia de 'Nighthawks', (halcones de la noche, 1942) la obra más icónica de Hopper, que el Arts Istitute de Chicago no ha cedido. Sí han prestado museos como el MoMA y el Metropolitan de Nueva York, el Fine Arts de Boston, la Addison Gallery of American Art de Andovero la Pennsylvania Academy of Fine Arts. Especial ha sido la generosidad del Whitney Museum de Nueva York, que ha cedido 14 obras, y del legado de Josephine N. Hopper, esposa del pintor.
Sí están el resto de sus obras maestras, comenzado por 'Habitación de Hotel' (1931) -trofeo que Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza 'cazó' hace muchos años para una colección que atesoró hasta 10 piezas de Hopper-, el autorretrato de 1925 que abre la muestra, 'Puente de Williamsbug' (1928), 'Habitación en Nueva York' (1932), 'Verano en la ciudad' (1949) 'Sol de mañana' (1952).
Idolatrado al final de sus días y de cotización estratosférica tras su muerte, Hopper tuvo unos principio
Un bureau de cotton a la Nouvelle -Orleans 1873
s más que difíciles. Ignorado por el público y por la crítica durante muchos años, quizá por la dificultad de etiquetarlo, sobrevivió como ilustrador hasta que en 1925 su obra cobra toda su fuerza con un lienzo como 'Casa junto a la vía del tren' que anuncia su estilo inconfundible.

De la depresión al New Deal
New York Pavements 1924 o 1925
La primera parte de la muestras analiza sus años de formación, desde su breve estancia parisina y su paso por el estudio de Robert Henri en la New York School of Art, con piezas de 1900 a 1924. La segunda se centra en su madurez que recorre temática y cronológicamente a través de sus grandes temas: la vida urbana, la intimidad, el aislamiento, la melancolía y la complejidad de las relaciones personales. Un periplo parejo al de la historia reciente de Estados Unidos, revelando su cara más moderna sin dulcificarla y fijando sus estados de ánimo, de la gran depresión al New Deal. La arquitectura y la luz, cruciales en la pintura de Hopper, son protagonistas de pinturas como 'La ciudad' (1927), 'El Loop del puente de Manhattan' (1928), 'Mañana en la ciudad' (1944), 'Confeencia por la noche' (1949).
Blackwell´Island 1928
De la narrativa de Hopper se apoderaron el cine y la publicidad hasta convertir sus cuadros en iconos globales. De ahí que se tenga ante sus pinturas de la sensación de estar ante viejos conocidos. Asaltan al memoria escenas de 'Scarface', 'Psicosis' ,'Terciopelo azul' o 'Mi vida sin mí' y se presume que muchos de sus lienzos encierran una película. "Son imágenes vistas millones de veces en fotos, películas, carteles y catálogos, que por buenos que sean, jamás hacen justicia al colorido real, de modo que es una ocasión excepcional para disfrutarlos en su dimensión auténtica" se felicita Tomás Llorens.
Llorens y Ottinger, codirector del Pompidou, proponen una nueva lectura de la obra de Hopper desde una visión europea para demostrar que la pintura tan genuinamente americana de Hopper está profundamente enraizada en la modernidad que formularon Manet, Degas, Baudelaire o Verlaine. Para ello confrontan las pinturas, dibujos, grabados y acuarelas del maestro estadounidense con las de creadores decisivos para él como David Henri, Félix Valloton, Walter Sickert, Albert Marquet o Degas. "La influencia de Degas en Hopper es decisiva, aunque no sea evidente, como la de Rembrandt es palmaria en los 23 únicos grabados que Hopper realizó en toda su vida", explica Llorens ante unas estampas que son una de las varias sorpresas de la muestra.
"No es difícil relacionar a Hopper con la pintura realista, y aún más fácil es hacerlo con la historia de la cultura americana y con los estados de ánimo de esta sociedad, pero un fenómeno cultural tan altísimo tiene unas raíces mucho más hondas y complejas y queremos demostrar que están en Europa" resume Llorens.
Guillermo Solana, conservador jefe del Thyssen había puesto todo su empeño en esta muestra desde que accedió al cargo en 2005. "Por fin Hopper", exclamaba aliviado y satisfecho de culminar un sueño para cuyo logro se alió con los Museos Nacionales de Francia, empeñados también en explorar la influencia de los maestros franceses en Hopper.

Para ver un vídeo sobre la exposición, pincha aquí.


Ver obras (25) de la exposición, pincha aquí.

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