"Sorolla y sus contemporáneos"
Museo de Huelva
Exposición temporal del 21 de octubre al 22 de noviembre de 2009
Sorolla y sus contemporáneos" se exhibe desde hoy en el Museo Provincial de Huelva, en su última etapa después de 22 meses por distintas ciudades europeas, antes de volver al Museo de Bellas Artes de La Habana de donde procede.
La exposición ha sido inaugurada por el director de la Fundación Caja Rural del Sur, Jaime de Vicente Núñez, y los responsables de la muestra: el director de Relaciones Internacionales del Museo de La Habana, Heriberto Rodríguez, y la Comisaria de la Exposición, Aymee Chicuri, entre otros.
Durante un mes se puede ver en el Museo Provincial una selección de 60 obras maestras de grandes artistas de la pintura española, realizada por Manuel Crespo Larrazábal como especialista en arte español del Museo de la Habana.
Entre estas, destacan diecisiete sorollas y nueve zuloagas, así como obras de representantes andaluces de la plástica como Gonzalo Bilbao, López Mezquita, Moreno Carbonero y Sánchez Perrier.
Rodríguez ha indicado que la muestra estaba en Andorra, desde donde debía ya regresar a Cuba, pero finalmente se ha accedido a que viniera a Huelva y acabara aquí su viaje por "la importancia de la propia muestra y la importancia del Otoño Cultural Iberoamericano (OCIB 2009)" donde su exhibición se circunscribe.
Chicuri, por su parte, ha destacado que la muestra se compone de unos cuadros en los que puede contemplarse a la perfección el "iluminismo", la tendencia artística que marcó a los artistas españoles de la época y que se caracteriza por el predominio de una atmósfera brillante, resplandeciente.
"Tenemos colecciones grandiosas. La clase alta cubana de aquella época era muy culta e invertía mucho en arte. Les gustaba coleccionar y poder organizar exposiciones, difundir los cuadros, salir en la prensa, con este pretexto (Joaquín) Sorolla estuvo muy de moda, sobre todo tras su muerte, y es por ello que tenemos tantas obras suyas en Cuba", ha explicado Chicuri.
Sólo en el Museo de Bellas Artes de La Habana se custodian un total de 32 cuadros del autor valenciano (1863-1923).
Cuadros como ‘Niña’ (1904), ‘Barcas en un canal’ (1900), ‘Gitana’ (1899), ‘Entre naranjos’ (1903) o ‘Elena entre rosas’ (1907), ‘Valenciana recogiendo naranjas’ (1908), o ‘Habitaciones de los Reyes Católicos en la Alhambra’ (1910) son algunas de las obras que podrán contemplarse, junto a las del que denominan como el ‘polo opuesto’ de Sorolla, el artista vasco Ignacio Zuloaga, que a lo largo de su carrera reflejó paisajes así como diversos momentos de la imaginería popular y de la vida cotidiana, marcando sus cuadros con un profundo dramatismo y realismo.
De Zuloaga destacan en la exposición ‘El palco’ (1917); ‘Toros en Sepúlveda’ (1915), ‘El banderillero llamado El Buñolero’, ‘Retrato del pintor Pablo Uranga’ (1905), ‘Teodora’ (1914) y ‘Mi prima Esperanza’.
La exposición 'Sorolla y sus contemporáneos' recoge un excepcional conjunto de obras de Sorolla y de algunos de los pintores más destacados del arte español. Las obras, que pertenecen a los fondos del Museo de Bellas Artes de La Habana (Cuba), constituyen la segunda colección de obras de Sorolla más importante del mundo, y estarán expuestas en el Museo de Huelva del 21 de octubre al 22 de noviembre de 2009.
Organizada por Caja Rural en colaboración con el Puerto de Huelva y la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía dentro de las actividades del Otoño Cultural Iberoamericano, muestra las obras del genial pintor Sorolla, junto a algunos de sus contemporáneos, nombres clave en la historia de la pintura, como Zuloaga, Pinazo, Rusiñol, Anglada, Julio Vila, Cubells, Francisco Pons o Manuel Benedicto.
La exposición ofrece un acercamiento a la pintura de finales del siglo XIX y principios del XX. Durante este período, la pintura europea experimentó un proceso de crisis que algunos estudiosos interpretan como el epílogo de los principios naturalistas establecidos en el Renacimiento y el prólogo a las rupturas vanguardistas del siglo XX. En el caso específico de España la producción pictórica estuvo dominada por dos figuras relevantes: Sorolla y Zuloaga, dos de los pintores con mayor repercusión fuera de las fronteras españolas y que representaron dos polos estéticos completamente diferenciados.
Es la primera ocasión en que la colección de un museo iberoamericano se expone en la ciudad de Huelva, consolidándose con esta muestra, como afirma la conservadora del Museo de Bellas Artes de La Habana, "un puente entre el Caribe y el Mediterráneo, con dos mares que nos seguirán uniendo, esta vez, a través de la cultura".
A pesar de ser ya incontables las muestras realizadas de Joaquín Sorolla, no está de más estudiarlo desde otro punto de vista, mirarlo con otros ojos, un cambio, una iniciativa diferente que tiene como fin la puesta en valor, no sólo de la figura del maestro valenciano, sino de todos sus contemporáneos, que como bien advierte Luz Merino Acosta, Subdirectora Técnica del Museo Nacional de Bellas Artes, merecen ser “recolocados tanto en el panorama de la historia del arte como en los espacios de circulación desde una perspectiva que se propone desde el pasado iluminar el presente”. Es pues esta colección una oportunidad de conocer y disfrutar de personalidades artísticas del territorio español, que hasta hace bien poco habían permanecido en la sombra y que cada vez más resuenan en los itinerarios artísticos. Es un modo de conocer y reconocer la valía del arte de un tiempo que oscila entre los años finales del siglo XIX y 1920.
Únicamente un texto acompaña al catálogo de las obras expuestas, titulado “Entre el Realismo y las Vanguardias” de Manuel Crespo Larrazábal, comisario de la exposición, quien realiza un profundo y perspicaz análisis evolutivo de la producción artística europea de estos años, hasta desembocar en el ámbito español.
El periodo denominado Cambio de Siglo, se inicia bajo las premisas del Realismo, fundamentado en, un declarado interés por reflejar el mundo aparencial con la mayor objetividad posible y una predisposición hacia lo cotidiano y lo sencillo, para elevar el tema de la contemporaneidad a su nivel más alto. No pocos cambios se sucedieron merced a estos postulados, en el que los pintores ávidos de realidad salieron de sus talleres a retratar el mundo rural y urbano descubriendo no sólo su entorno más cercano y cotidiano sino lo más importante “la Luz”. Manipulada por el artista desde el periodo barroco, los realistas repararon en su influencia sobre los objetos y su capacidad para modificar formas y colores. Siguiendo estos preceptos, esta dedicación por el estudio de la luzsurge uno de los movimientos más revolucionarios del momento, el Impresionismo, pero hasta este camino que se abrió como puerta hacia el futuro se volvió inútil cuando se trataba de restablecerle una misión al arte. Se acumulan propuestas, estilos, maneras difíciles de encasillar, se podría afirmar que “la producción de esos años- entre 1885 y 1920 aproximadamente- está vertebrada, en mayor o menor medida, en torno a la subjetividad como actitud del artista y la sugerencia en la manera de formular la obra”. Incluso se pueden reconocer en un mismo pintor tendencias opuestas, dentro de un pensamiento ecléctico, según el cual se servían de elementos realistas, románticos, simbólicos... según su idoneidad para aquello que querían expresar o según el encargo que tenían que realizar.
Durante la década final del siglo XIX, surgen en determinados centros europeos signos de renovación, es el caso del arte belga que vivió una época de gran efervescencia, lleno de debates artísticos y grandes exposiciones que contribuyeron sobre todo al desarrollo del simbolismo.
También Polonia despierta de su letargo cuando cambia el objetivo de sus miras de Munich a París. El movimiento conocido como Joven Polonia, desarrollado principalmente en Cracovia y Varsovia, manifestaba un gran apego al espiritualismo y la subjetividad ante “la necesidad de preservar la identidad nacional en un país desmembrado y absorbido por tres potencias vecinas”.
En el caso español, se ha querido sintetizar el asunto en una “polarización entre un arte reflexivo y otro objetivo” liderados respectivamente por Joaquín Sorolla en el polo realista, junto con un grupo de pintores en su mayoría valencianos, que se servían de componentes formales más modernos para la representación de temas triviales y escenas amables, muy diferentes a las visiones del polo opuesto encabezado por Ignacio Zuloaga, más cercano al simbolismo y con una visión crítica de la vida y la historia de España, en busca de una respuesta a la decadencia nacional.
El Modernismo, otra de las vertientes nacidas del realismo, lo vincula el autor con las figuras de Santiago Rusiñol y Ramón Casas uno de los impresionistas españoles más reputados.
Sin embargo la variante del Modernismo que más éxitos y seguidores tuvo y tiene aún hoy en la actualidad fue el denominado “luminismo” de brillante colorido y pincelada fresca, encarnado en España por la figura de Joaquín Sorolla.
Este intenso recorrido por la estética y la ideología artística de entre siglos, culmina con una importante epílogo del autor, en el que reivindica el valor de la pintura de fondo realista que, resistiendo en paralelo a las vanguardias durante todo el siglo XX, sirvió de punto de inflexión hacia nuevas tendencias.
A continuación el catálogo que contempla obras de: Joaquín Sorolla (Valencia, 1863-1923), Ignacio Pinazo Camarlench (Valencia, 1849-1916), Gonzalo Bilbao Martínez (Sevilla, 1860-1938), Cecilio Plá Gallardo (Valencia, 1860-1934), Santiago Rusiñol Prats (Barcelona, 1861-1931), José Mongrell Torrent (Valencia, 1870-1937), Ignacio Zuloaga Zabaleta, (Eibar, 1870-1945), Hermenegildo Anglada Camarasa (Barcelona, 1871-1959), Julio Vila Prades (Valencia, 1873-1930), Enrique Martínez Cubells Ruíz Diosayuda (Madrid, 1874-1947), Manuel Benedito Vives (Valencia, 1875-1963), José Pinazo Martínez (Roma, 1879-1933), Bartolomé Mongrell Muñoz (Valencia, 1882-1938), Roberto Domingo Fallola (París, 1883-1956), Francisco Pons Arnau (Valencia, 1886-1955) y Víctor Moya Calvo (Valencia, 1889-1972).